domingo, 28 de septiembre de 2008

La promesa


Aquel domingo por las calles transitaban personas de un lado para otro. El glorioso liceo celedon como otros colegios de la cuidad era el escogido para que miles de samarios cumplieran con el llamado ala democracia, policías, urnas, jurados, testigos, electorales, ayacas y ron para aguantar el trajín del día que esperan todos los que aspiran a ocupar una curul en la alcaldía o la gobernación.

Entre la muchedumbre que se agolpaba para entrar y los carros que pitaban sin parar el hombre alcanzo a divisar la figura vampiresa de la mujer de contextura gruesa como de un metro con cincuenta, con quien había tenido una charla la noche anterior, de esas que son comunes entre las personas que se lucran en las campañas electorales. Yo manejo a una comunidad de por lo meno quinientas personas, de las cuales trescientas son mayores de edad, eso representa un total
de unos doscientos votos, supongamos que los otros no votan o lo hacen en blanco.

La vio darle la mano a una señora que bajaba de una buseta, besos hipócritas, abrazos de esos que dan los que quieren obtener un beneficio propio, y finalmente las últimas intrusiones para no equivocar al momento de marcar el tarjetón.

La mujer lucia un jean y una camiseta amarilla que representaba el color del partido pero no tenia insignia publicitaria. El se sonrió, pidió al hombre de al lado un pastel de pollo, una chicha sin pitillo. Su bebida favorita.

- Échale salsa – dijo y donde esta el picante.-

Al instante el vendedor le paso un tarro de picante que no era otra cosa que cebolla en rama picada con cilantro dentro de un agua agria.

Extrajo de la mochila una pastilla de colleja B y la estallo en la boca de la botella, tomo un trago y apuro otro, levanto un trozo de pastel lo retuvo en la boca y luego lo paso con chicha. La astucia floreciente de de embaucador abogado litigante se reflejo en el retrovisor de un auto parqueado, centro de todas las miradas que se dirigían alas urnas.

- Esta vieja cree que me va a joder, se equivoco – pensó
Le pidió otro pastel al vendedor y lo comió de dos modismos, salio al encuentro de la mujer y cuando estuvieron frente a frente fue como si se hubiera encontrados dos grandes enemigos, miradas rencorosas, manos apretadas, corta y seca respiración, pero al tiempo que se maldecían mutuamente sacaron fuerzas para ocultarlos, para reprimir ese rencor que los quería hacer explotar.

- Eres una mala mujer- pensó el hombre – Si hubiera conocido eso de ti, jamás hubiese extendido mi mano.

La mujer pensaba algo similar – Cerdo miserable como pudiste venir hasta aquí, creíste que me robaría esa plata, pues no te equivocaste.- Otra buseta llego cargada de personas ansiosas por depositar sus votos, otras lo hacían por pagar un favor político.

En medio de ese tumulto el hombre se acerco ala victima la tomo del brazo derecho y le dijo algo amenazante en el oído.

- Cálmate. - dijo ella.- Yo no te boy a quedar mal, colaboremos-

-Colabórame tu.- dijo el – que yo quiero colaborar.-

- Bueno. Entonces mañanas hablamos- Replico ella, entre los dientes y con sonrisa hacia las personas que salían de los puestos de votación.

- Mañana te dio eso, ten paciencia que yo soy una mujer de palabra y no te fallo.- Abrazo a una señora y la ayudo a subir al bus.

El hombre se apoyo en sus propios talones, tomo un poco de aire y al oído le dijo:

– Espérame en el baño, o de lo contrario te armo un escándalo aquí y eso no te conviene, todo el mundo se enteraría de la clase de calaña que eres tu, de las estafas que le haces a la gente, de cómo los manipulas para arrancarles el voto.-

Las palabras del hombre fueron interrumpidas por la aceptación de la mujer que impartió un par de órdenes a cuatro personas que no eran más jóvenes que anhelaban que ella los ayudara a concluir un empleo, como se los había prometido. Temprano abandonaron los hogares, sin despedir los padres, sin desayuno sin un peso en el bolsillo, alimentado solo por las esperanzas, palabras que utilizan todos los políticos en campañas, el que da sin esperar algo a cambio recibe mas de lo que esperaba.

A estos los observe un rato, que injusta es la vidas me dije como se aprovechan de la necesidad de la gente.

El baño de damas quedaba en el segundo piso así que subió las escaleras a paso lento como adolescente que se entera que esta embarazada y le aterra la reacción de los padres. Para fortuna el baño estaba solo entro, se fijo en el espejo, se coloreo los labios y saco de la cartera un tarro con loción que unto en las mejillas llego al sanitario se bajo la party y orino con dificulta estaba nerviosa, era la primera vez que se encontraba en una situación que consideraba bochornosa, hasta ese lugar llenos de fragancias fecales llego el la observo por un instante, humillada como un cachorrito atemorizado en el rincón de la cueva palidezca, con síntomas del mas de parkinson, causados por los nervios.

- No temas será rápido.- dijo el – Aquí cumplirás la promesa de anoche, aremos el amor en el baño.














EL MORDISCO DE LA VACA

Carequeki : Un hombre de un metro con setenta de estatura, brazos toscos y piel erosionada por el cáncer que produce el sol, temprano se levanta, sus manos al cielo como implorándole al omnipotente, empieza a despegar lentamente los carnudos labios hasta dejar la boca al tamaño de un rió el ejercicio lo repite dos beses y cada ves que lo hace se mira en el espejo que ha permanecido durante mas de veinte años frente a suma cama y el cual tiene un hueco atrás en la parte de abajo, izquierdo el rostro que tiene como si alguien le hubiera propinado una golpiza la noche anterior, los pómulos bastante abultados los cachetes caídos y dividido de la boca por unas enormes patas de gallinas que nacen en su nariz achatada.
De pronto deja lo que esta haciendo y agarra el palo con el que se sostiene, se da un corto baño, toma una taza de café que esta en la mesa junto con un trozo de pan viejo y parte hacia su lugar de trabajo.
Al llegar al semáforo de la 22, donde se gana la vida lo primero que hace es ubicarse en el medio de la vía. En ese en el lugar fue que se quedo a ganarse la vida después de pertenecer al transito. Los conductores que a principio de los noventas hacían sus primeros pinitos en los volantes quizás lo vieron como un objeto de burla y criticaron la inoperancia de los auxiliares de policía cuando aseguraban que los conductores le hacían mas caso a Carequeki a los propios agentes, ahora en la vejes, en el medio de la vía, ya no con un pito en la boca sino en forma de cristo crucificado pero de rodilla comenzó a pedir las limosnas. Unos años atrás en ese mismo sitio un conductor lo atropello y le desfiguro el rostro más de lo que lo tenía y le sumo una cicatriz en el vientre que los médicos de turno le apuntaron como si estuvieran cosiendo bultos de papa en el mercado.
Con la luz del sol chocándole en la espalda y mostrando el cartón que de una pita le cuelga de cuello y en el que están escritas sus peticiones, dijo en vos baja y con tono de lamento.
- Hey una moneda.-
Los conductores que a esa hora esperaban el cambio de rojo a verde no paran de reírse, como es natural en la costa la gente goza a costilla de la miseria ajena y fue una de esas personas que al ver cambio de luz a amarillo le grito.
- Está loco, Carequeki. Burro. No le den que es para fuma marihuana-
Entre los conductores y pasajeros se coreo una fuerte risotada y el acosado por la necesidad desesperado señalo una y otra vez el cartón donde explicaba la razón por la cual recaudaba dinero. Quería operarse la vista.
Mientras se alejaba el bus los pasajeros comentaban entre si sobre la vida de Carequeki, desde que la primera mujer que tuvo se le murió de sida hasta que la viejita con la que vivía era la que se quedaba con el dinero que recogía pidiendo, que pasaba fumando marihuana en la falda del cerro el barrio san pablo, que era pepero, periquero, de todo.
Al llegar la tarde, cansado regreso a su residencia, se detuvo frente a su rancho hecho de tabla y trozos de laminas de zinc miro la puerta que solo la sostenía un pesazo de cadena de bicicleta la cual hacia el papel de las bisagras. De pronto la puerta se abrió y una mujer delgada, de piel arrugada corrió a saludarle, lo abraza, le da un beso y mientras lo agasaja le arrebata la bolsa en las que tiene las monedas que recaudo en el día.
Triste parte al interior de la casa o si a ese rancho se le puede llamar casa, se sienta en la cama en que espera dormir o al meno descansar, escucha el sonido que produce el viento cuando levante las laminas de zinc que están desclavadas y el ladrar de un perro lo incomoda. Y así la noche va llegando ala falda del cerro del barrio san Pablo donde la miseria abunda y la tristeza de no poder tener nada se refleja en la mirada de los habitantes que en las tardes miran hacia el lujoso centro vacacional los calquillos y se preguntan porque en la vida hay divisiones de clases.
A la media noche logra quedarse dormido y ya no sueña como las noches anteriores con una enorme vaca que lo corretea por unos infinitos pastizales sino que esta en medio de un bosque, en el todos las hojas de los árbol pequeño y grandes se caracterizan por ser de marihuana, las mira con asombro, las toca y comprueba que son reales y avanza, en busca de una salida, al llegar a una zona despejada alcanza a ver en la lejanía una columna de humo que mezcla con las nubes.
Antes de llegar al destino que se dirige unos carros se le cruzan en el camino y de la parte de atrás de los toyotas bajan barios hombres fuertemente armados, de entre ellos sale uno y al acercársele le dice.
- Lo estábamos buscando, patrón.-
No entiende. Lo detalla, cree verlo visto en alguna parte pero no recuerda donde. La verdad no entiende si esta soñando o viviendo en esa dimensión, se queda mirando al hombre con gana de que le ayude a entender pero cuando lo va hacer el este le dice.
- Los mexicanos lo esperan, patrón. -
Lo sigue y luego toma asiento en la parte delantera de uno de los toyotas. Minutos mas tarde al detenerse los carros en una enorme plazoleta que en frente tiene una casa finca de esas que suelen poseer los narcos, con piscina, ya cusís, decenas de hombres armados por todos lados, baños enchapados en oro, cuadros de picazos y bango en las paredes, armarios con diferentes botellas de wisqui y estos con mas de cincuenta años de añejamiento, se baja y parándose en todo el centro de la plazoleta y pasando un recorrido con la mirada por la casa recordó aquellos día de bonanza marimbera en los que con un colsh en la cintura le daba plomo a todo el que se le atravesara. Al traer eso a la mente pensó en Condoro, supo que no estaba equivocado y que la persona que lo recibió no era otro que el propio Condoro el asesino mas tremido en Santa Marta en la época de los setentas, y ya cada hombre tenia parecido con un amigo o enemigo. La pregunta que se hacia ¿Porque todos me obedecen y le llamaban patrón? Cuando intento averiguarlo la vos de una mujer lo hizo voltear, al comprobar que trataba de su adorada Carmen queda más confuso, sin embargo accedió al llamado. En el interior de la casa ya no supo si todo aquello lo producía el hambre o era real, lo cierto es que al ver el espejo que bien conocía se sonrió al comprobar que se trataba de un sueño y ya no quiso despertar, se vio el rostro con un perfil de Adonis, abrazo a su mujer, corrió como loco por las praderas, hizo las necesidades fisiológicas en el baño de oro como siempre lo quiso, pero al llegar ala bodega donde lo esperaban los mexicanos y gritar que no entregaría la marihuana porque se la iba fumar toda, despertó en el sueño y solo la vaca prieta le perseguía hasta lograr alcanzarlo y morderle la día que cara y producirle el mismo dolor que sintió el carro lo atropello.

jueves, 25 de septiembre de 2008

cuento en construcción...

el tipo nerd que ve televisión cuatro horas al día, que sostiene libros debajo del brazo que no lee, que se vanagloria ante sus amigos hablando de zapatos de marca, jacuzzis, piscinas, carros de último modelo es Jorge.